Bartleby el escribiente




28.6.04

Anoche, una de las veces que me desperté, dormías abrazada a la almohada, con el camisón arrugado sobre las caderas y el culo y los muslos al descubierto, como si los ofrecieras. Tenías recogida una pierna, con lo que se veía la vulva y los labios. Te los acaricié un instante, y pensé en hacerte una foto así, abandonada y expuesta. Pero luego me acordé de que la cámara no tiene pilas.