Bartleby el escribiente: 06.2004




30.6.04

Acabo de descubrir que también pienso como un gilipollas, con lo que me quedo más tranquilo: ha desaparecido esa diferencia entre pensar y existir que me desasosegaba.




29.6.04

Pienso como un sabio y vivo como un gilipollas. Qué drama.




Me despertó el sonido de la ducha. Poco después la oí andar descalza por el dormitorio. Yo seguí tumbado boca abajo, desnudo, con la cabeza hundida en la almohada para evitar la luz del amanecer que ya empezaba a entra por el ventanal. Intuí que se inclinaba sobre mí. Unas gotas de su pelo húmedo cayeron sobre mi espalda. "Quédate así", me dijo, "no te muevas". Su cuerpo se amoldó al mío. Aún estaba mojada. Me hizo extender los brazos y los muslos, como si fuera a crucificarme, y se pegó aún más a mí. Me mordió el cuello y los hombros hasta casi hacerme daño y me susurró de nuevo "no digas nada, no te muevas". Ella sí se movía. Frotaba su pubis contra mi culo, buscando la dureza del coxis, follándome.




28.6.04

Anoche, una de las veces que me desperté, dormías abrazada a la almohada, con el camisón arrugado sobre las caderas y el culo y los muslos al descubierto, como si los ofrecieras. Tenías recogida una pierna, con lo que se veía la vulva y los labios. Te los acaricié un instante, y pensé en hacerte una foto así, abandonada y expuesta. Pero luego me acordé de que la cámara no tiene pilas.




25.6.04

Tengo una duda, supongo que compartida por muchos de los que mantienen un blog. No sé si jugar a hacer literatura, o algo parecido: cuentitos breves, imágenes paradójicas, frases más o menos humorísticas y cosas así (la poesía la descarto por temperamento, la crítica artisticopoliticosocial no me interesa en este contexto y para las cuestiones de tecnología y diseño web ?otro tema clásico en este ambiente- no tengo competencia o formación en informática, aunque me gustan los blog que se dedican a eso, y aprendo de ellos: soy autodidacta, en esto y en casi todo), que me entretiene, o narrar mi vida cotidiana, tan insípida como tantas otras. Éste también es un tema clásico, hay mucho blogs que se dedican a eso y quizá fuera, lo de diario personal, lo que diera lugar a la explosión de los blogs, que yo he descubierto hace nada. No sé. A mí me interesan los diarios personales. Satisfacen mi inclinación voyeur y mi necesidad de comunicación, de una comunicación distinta a la que se establece por las vías tradicionales. Pero encuentro que en estos pretendidos diarios personales muchas veces se toma el rábano por las hojas, es decir, se evitan temas conflictivos, o íntimos, y se narra, en cambio, lo que le contarías al vecino o al compañero de trabajo, y se pierde, en definitiva, las posibilidades de hablar sin barreras ni cortapisas de lo que nos ocurre, nos motiva, nos atrae, nos excita o nos frustra. No me refiero a habilidades en la redacción, sino al contenido. Y éste es pobre en muchos casos y desaprovecha las posibilidades del ciberespacio: audiencia en los lugares más insospechados del mundo, intergeneracional, interclasista; sin barreras de tiempo o espacio, o sexo o religión o creencias; sin opinión pública a la que ceñirse, sin moral dominante. Obviamente, no siempre es así, y hay blogs que destacan. Algunos de los que yo considero interesantes los he enlazado, otros no, por pura pereza, y me cuesta volver a encontrarlos. Y a algunos de los enlazados no he vuelto nunca. A veces tengo la sensación de que esto es lo más parecido a un soliloquio, a hablar solo, actividad que tradicionalmente se ha considerado de locos. (Un prestigioso psiquiatra al que por razones profesionales he tenido oportunidad de conocer y tratar decía justo lo contrario: hablar es tan bueno para la salud mental que es bueno hacerlo aunque sea solo). Esta es la sensación que yo tengo ahora, la de que estoy hablando solo. Luego el chivato de Nedstat me dirá que esto lo leyeron ocho o diez personas, en alguna parte del mundo. Pero mi sensación ahora es la de que hablo solo. No me crea malestar alguno esa sensación. Me pregunto también por qué hay quien prefiere el blog al chat o al Messenger para hablar de sí mismo o de sus intereses, sean éstos cuales sean. Quizá prefieren el blog porque la comunicación es menos inmediata, menos exigente, y da tiempo a reflexionar o a esquivar lo inconveniente. En éstas estoy. De buena literatura están las librerías llenas: de todas las épocas y de todos los géneros, de libros baratos y de papel malo y de libros carísimos y magníficamente editados. ¿Por qué perder el tiempo leyendo los balbuceos torpes que se suelen encontrar por aquí? ¿Por qué, si lo que quisiera fuera escribir, y lectores, tartamudear con mis historias en este blog, cuando hay tantas editoriales, y tantos premios, y tantos concursos, y tantas revistas y publicaciones de diversa índole? ¿Por qué vuelvo, como un adicto, a las vidas escritas que leo en un blog u otro cuando lo que narran no difiere, o no se aleja, del lugar común en la mayoría de los casos? No lo sé. Voluble como soy, me encantó el primer diseño, por llamarlo de alguna manera, de blog que hice, y la primera historia que colgué y la primera respuesta que leí, pero voluble en mis intereses como soy, decía, el encanto se ha ido esfumando. Empecé diciendo que no sé si jugar a hacer ?literatura? o contar con precisión de entomólogo o de notario mi vida cotidiana. Y lo peor es que sigo sin saberlo.





22.6.04

Mi padre es anciano y vive solo. Ayer comí con él y me dijo que tiene miedo a morirse y que por la noche deja la puerta abierta. Esta madrugada mi hijo se ha despertado llamándome a gritos. Tenía miedo (una pesadilla). Hoy me he retrasado al venir a comer. Mi mujer ha llamado al móvil, pero no lo he oído. Cuando he llegado a casa me ha dicho que tiene miedo de perderme (se ha acostumbrado a mí). Está tarde, al llegar a casa me he metido en la ducha. Y he pensado, al abrir el grifo, que tengo miedo de ahogarme. Pero no tengo a quien contárselo.




Tengo que contárselo a alguien. Finalmente accedió a quedar conmigo, no sin reticencias. Cuando comprobó que mis intereses eran puramente intelectuales, se relajó, y la conversación se hizo más fluida. Sus labios me produjeron la misma turbación que la primera vez que la vi. Le dije que a mi edad y en mi condición no podía ya asistir a clases, aunque mi interés por la filosofía era grande, ya casi el único. Le propuse, pues, que me dedicara una hora una tarde a la semana, una hora muy bien retribuida, naturalmente. Me leería textos clásicos y los interpretaría según su saber para hacérmelos más comprensibles. Accedió. La cité en la que ha sido mi casa, hoy vacía, para el martes siguiente, pues es el martes el día que me dejan salir de paseo. Se ha marchado hace unos minutos. Durante una hora, sentada frente a mí, ha leído a Nietzsche. La he escuchado sin interrumpirla, siguiendo con la vista el movimiento de sus labios. He recorrido la curva de su garganta y el perfil de su pecho. Me he detenido en sus tobillos, y en sus sandalias, y en sus uñas pintadas. Me han atraído sus dedos, al pasar las páginas, largos y translúcidos. Sentada frente a mí, con la espalda recta, las rodillas juntas, ha leído durante una hora.
Al salir, mientras guardaba los billetes que le había dejado en la mesita de la entrada, me ha preguntado:
-¿Quiere que vuelva?




19.6.04

Y esto es lo que veo mientras me voy quedando dormido gracias a las pastillas que me dan. El más joven es largo, muy largo, es Londres, es 17 de agosto de 1979, y empuña una Gibson SG roja con la pintura saltada en la caja y otros signos de deterioro. La Gibson gruñe por lo bajo mientras espera su turno. El otro es un negro que recorre las teclas del piano como con desgana, es el Ronnie Scotts Jazz Club, es madrugada y todavía había humo en sitios así. El negro es Champion Jack Dupree. Julio Cortazar habla de él en algún lugar, pero Google no me dice dónde, o no sé preguntarle, y ahora yo no lo recuerdo. Sí me dice que ya se ha muerto. Ella no ha leído a Julio Cortazar, Champion Jack Dupree le importa un huevo, o yo le importo un huevo, no sabe qué es una Gibson SG roja y prefiere irse a una discoteca con los otros. Una lástima porque tenía buenas tetas. El tipo de la SG percibe el gesto del negro y se lanza de cabeza cuesta abajo. Yo me pido otra Ginness. Se enredan en los doce compases del blues, susurran, se jalean mutuamente, gritan y se dan paso uno a otro como si hubieran ensayado mil veces, aunque tengo la sensación de que es la primera vez que tocan juntos. (Joder, tengo que dejarlo porque esos vienen apagando las luces). Me lo reproché mucho entonces (lo de no irme con ella), pero ahora que lo pienso, he olvidado sus tetas y su cara. Pero sigo viendo al negro y al tipo de la SG mirarse con intensidad, con el aliento contenido, esperando el momento de atacar un nuevo riff. Qué cosas.




18.6.04

Tengo una afición que algunos podrían calificar de macabra, pero que no lo es, en absoluto: me gusta visitar cementerios famosos, pasear entre tumbas de personajes célebres y leer epitafios. Es como ir a la Feria del Libro. Lo único malo es que no están bien señalizados y a veces es difícil orientarse.
No obstante, siempre se encuentra uno con alguien bien informado. Hace unos meses, antes de que ocurriera lo de S, en el cementerio judío de Praga le pregunté a un señor que tenía pinta de saber: Oiga, por favor, ¿para Kafka? Y me contestó: ¿Padre o hijo? Ahora, en mi peculiar condición de espíritu errante, visito cementerios virtuales: blogs que murieron nada más nacer, blogs en suspenso que no se actualizan desde hace meses, blogs fracasados. El que más me gusta es el de Prueba.blogspot.com. Así que me voy a dar un paseo por él. Entraré por la puerta de Prueba1-1.blogspot.com, subiré por Prueba11, y saldré por la esquina de Prueba1111-2: muy cerca hay un bar que tiene cerveza de barril, así que me tomaré una cañita mientras hago tiempo. He llamado a un amigo que me va a prestar unos libros de Zubiri. Es que he quedado con la conferenciante de labios de color cereza, a la que de ahora en adelante llamaré A, para abreviar, y tengo que repasar. A estas citas hay que ir preparado. Y Zubiri me parece de lo más seductor. Seguro que me la ligo.




17.6.04

Últimamente ando preocupado. He perdido el instinto animal y no lo encuentro. Hace ya unos días que no meo en las esquinas para marcar el territorio. Ni les gruño a los desconocidos. Ni husmeo feromonas en el aire. ¿Será grave?




14.6.04

La conferenciante habla con seguridad de una materia que conoce bien. Ella dice: que la filosofía hoy es autorreferencial, que el discurso filosófico se ha ensimismado. Dice también: que los maestros antiguos eran maestros de vida. Cita a Epicteto. Cita a Sócrates. Mira al auditorio cuando argumenta, apenas consulta las notas que tiene sobre la mesa. La observo mientras enumera las virtudes de la vieja mayéutica. Es atractiva, viste con sobriedad zen, elegante. Es, también, fría. Yo debería concentrarme en sus argumentos, pero lo que me atrae son sus labios pintados de color cereza y su manos de piel transparente. Ahora habla de sus estudios en Alemania. Y cuando pronuncia el nombre de las universidades en las que ha estudiado o de los profesores que la han enseñado, su voz se transforma y las palabras vibran en su garganta con matices perturbadores al reproducir el acento alemán. Cuando termina su charla, me acerco a ella. La hago hablar de su época en Alemania. Cuando pronuncia la palabra Tageszeitung, me estremezco. Sigue hablando. Me recorre un escalofrío cuando de sus labios color cereza sale la expresión Aktuelle Nachrichten aus Berliner Zeitung. Entreveo la punta de su lengua apoyándose en el paladar: Die Adresse in Südbaden für Nachrichten. Se me ha erizado el vello. Me pregunta qué me pasa cuado me ve respirar agitado. Nada, contesto, disculpa un momento, tengo que ir al baño. Cuando regreso, ya se ha ido. Y ni siquiera me ha dado su número de teléfono.




10.6.04

Hace años, en mi juventud, abría los periódicos por la primera página. Me interesaba entonces la política internacional. Era la época de la guerra de Vietnam. Con qué pasión seguía yo los avances de las tropas de Ho-Chi-Ming y el relato del asedio a Saigon. Aquella sí fue una guerra. Y qué canciones de protesta tan bonitas se hicieron a propósito de ella. Con el tiempo me fui haciendo más apático y me limité a leer los titulares. Me acostumbré a abrir la prensa por la última página, para ver la programación de la tele. Ahora sólo leo las necrológicas. Ayer publicaban la de Steve Lacy. Lo vi tocar una vez en el teatro Alcalá Palace, de Madrid. Frío, enredado en sus notas, tenía pinta de no saber dónde estaba o de darle igual. Como durante una temporada Steve Lacy formó parte de mis referencias estéticas (el jazz) y sentimentales (fui con una chica que se tragó aquello sin rechistar porque entonces me admiraba), he recortado la nota y la he pegado en el corcho que tengo enfrente entre otros muertos significativos y suicidas ilustres. Se muere mucha gente de ésa época últimamente. Tendré que ser más exigente en la selección de notas necrológicas porque me estoy quedando sin hueco para pinchar la mía.




9.6.04

El desafío está en la alteridad. En inventarse a alguien que no es uno mismo. Hasta el viernes por la tarde, hasta las seis más o menos, voy a ser indi.




8.6.04

Acabo de conocer a una tía que habla inglés, francés, italiano, catalán y chino. El problema es que no tiene nada que decir.




Mira que es mala suerte. Esta mañana he cogido el coche, he puesto la radio y ha empezado a sonar Hey, hey, may, may, de Neil Young, la versión eléctrica y turbia; he cambiado de emisora, por prudencia, y me he encontrado con Voodo Chile, sí, esa que suena al inicio de En el nombre del padre, de Jim Sheridan, la de Jimmy Hendrix; poco después, mientras tomaba un café, he oído la voz ronca de Bruce Springteen, me he dado la vuelta y ahí estaba, enarbolando una Telecaster en la VH1. Luego he ido a mear y, mientras me lavaba las manos, me he mirado al espejo, he visto las bolsas de mis ojos, mis entradas, y he pensado: "¡Hostias, ya me han jodido la mañana". Luego me he ajustado el nudo de la corbata, he cogido mi maletín y me he ido a la oficina.




7.6.04

Un vistazo apresurado al post anterior ha podido hacer pensar a algún lector que intento "seducir", en el sentido más convencional del término, o que busco una cita. No es eso. He de aclarar, antes de seguir, que hace años lo intenté dos veces, lo seducir, y las dos fui rechazado. "Te quiero como amigo" me dijeron en ambos casos (eran otros tiempos y se decían estas cosas). Luego conocí a S. Y ya está. Dicen los sociobiologos darvinistas que las mujeres eligen a sus parejas en función de las cualidades que estiman que tendrán como padres; y que los hombres buscan cuantas más parejas mejor para hacer que sus genes se perpetúen. Fíjate. S debió de pensar que yo sería buen padre. Yo sólo intentaba no estar solo. Además, los ahorros de los dos nos daban para el piso (perdón por la frase costumbrista). No soy pues un seductor compulsivo y no veo cómo podría materializar una conquista en este estado de humanidad en suspenso en el que me encuentro desde lo de aquel día. Ahora deambulo por Google con frecuencia, y he pensado que podía hacerlo acompañado, de ahí el texto del post anterior. El sábado esperaré a que alguien quiera darse un paseo conmigo: abriré la ventana de mi Messenger a las once y cuando llegue nos iremos a ver páginas y páginas de pintores muertos, de músicos autistas, de amantes suicidas, nos descubriremos vínculos mutuamente y bucearemos a la vez en enlaces de otros individuos en suspenso. Hasta que tengamos sueño.




Busco chica cariñosa, dulce y obediente para viajar a los años 20 este sábado. Conozco a un tipo que puede conseguirme pases para el Cabaret Voltaire. Ofrezco buenos enlaces y línea ADSL.




Scarlett ya tenía un compromiso para este fin de semana. Pero no lo lamenté. El sábado y el domingo me dediqué a levantarle la piel a los blogs que me gustan y descubrí el oscuro mundo del HTLM: align center, cellpading 0, div class=main table, font sice 10... en fin, esas cosas que quizá ya conozcáis. A mí me recordó el ambiente de Manhattan, el del Lower East Side, para ser más exactos: grupos de gifs en las calles, algún jpg por ahí suelto. El sábado por la noche, ya de madrugada, me llevé un buen susto cuando me topé con un javascript a bocajarro. No paso nada, por fortuna. Lo que no me gustó es que debajo de una foto de Cristina Aguilera hubiera esto: background/*/: /**/url "http:// www.blogblog.com/ no-repeat 0 45%; padding-left:14px.
La verdad, no me parece ético.





3.6.04

Tengo que llamar a Scarlett, que no se me olvide.




He recibido numerosos mails y sms advirtiéndome de que esto no se ve bien. Ambiente sombrío, textura como con patina de tiempo acumulado y todas esas cosas que ya se sabe, pero no se ve bien. Y todo por el jodido scroll. Mira que se lo dije. En fin, anuncio que voy a cambiar el diseño. Esto pensando en copiar el de una web corporativa de una gran multinacional. Lo que ocurre, y eso me frena, es que no sé si tendré que ponerme chaqueta y corbata cada vez que mande un post.
(Ahora que lo pienso, a lo mejor es por seguir utilizando el Amstrad de aquel cumpleaños)




2.6.04

Soy un hombre meticuloso y ordenado, con espíritu de entomólogo. En la Oficina*, mi escritorio destacaba de otros por la pulcritud con la que alineaba en él lo necesario para mi tarea. Nada más llegar, antes incluso de sentarme, empleaba unos minutos en reconstruir el orden original. Una vez todo en su sitio, conjurada la leve ansiedad que me producía el desplazamiento accidental de grapadoras y lapiceros o la errónea orientación del teléfono, me entregaba a mi cometido: diseccionaba expedientes, archivaba facturas, etiquetaba documentos y emitía informes detallados para mis superiores. Con el tiempo llegué a entender que el desorden que me desasosegaba cada mañana encubría mensajes: los que me dejaba una anónima señora de la limpieza durante la madrugada. Mantuvimos una relación muy afectuosa mediante este sistema. No llegué a conocerla en los quince años que acudí a la Oficina sin faltar un solo día antes de que ocurriera lo de S. Yo ya estaba casado.

*Del uso de diacríticos y metalenguajes (nota para estudiosos): he escrito Oficina con mayúscula a pesar de ser un nombre común porque mi intención es dar a ese espacio una entidad metafísica. Se trata, pues, de algo similar a lo que hace Kafka cuando escribe "Castillo" también con mayúscula. Siempre me ha gustado facilitar el trabajo de quienes redactan tesis doctorales.




Vengo observando, pues esa fue mi intención al añadir un contador de visitas al blog, la de observar, que las entradas en mi página se producen a todas horas del día, incluso a horas intempestivas, cuando yo ya me he recogido, y de distintas procedencias. El estudio laborioso de estos datos me ha permitido construir un mapa tridimensional que, a primera vista, tiene algo de la pintura del último Kandisky, pongamos por caso: desde Córdoba, a las 11.31 surge una línea que cruza la trayectoria de otra cuyo origen es Oviedo, y que fue trazada a las 10.24; a las 18.20 coinciden en mi blog A, de Zamora, y B, de México, instantes después de que haya pasado por alli C, de Argentina, sin intuirse uno a otro. El espacio de Bartlebyelescribiente.blogspot.com que un anónimo de Madrid acaba de abandonar lo ocupa, aun caliente, una chica de Zamora. No sé por qué, me he acordado de aquella novela de Cortazar, Los premios, y me he visto en el lugar de su protagonista, cuando, con la guía del tren en la mano, estudia hechos simultáneos y trayectorias, como yo ahora. La verdad es que no recuerdo cómo acaba, pero tendré que mirarlo, por si acaso.




1.6.04

Ya he vuelto. La verdad es que no sé por qué insisten tanto en que me tome las pastillas. Bueno, a lo que iba. Desde lo de S. (desde lo mío, tendría que decir, pero es que yo siempre he medido todo con respecto a S.), me encuentro un poco perplejo. Yo creo, a mi entender, que ya no rigen para mi las leyes, ni tampoco el sentido del decoro tradicional. Lo digo porque estoy mejor descalzo y sin calcetines, pero me da un poco de reparo. Ahora tengo mucho tiempo libre: esta semana me voy a enamorar de Jean Seberg, que lo tenia pendiente. Ya veremos qué ocurre.
Por cierto, el otro día, como me aburría de mirar, leí un libro, aquí sentado en el banco. Se titula Las memorias del tío Jess, y cuenta cosas de cine. También habla de Chet Baker. Es un trompetista. Va bien para la melancolía poscoital. O eso he creído entender. Dice Jesús Franco:
"Yo le conocí en París. Tocaba en el club Saint Germain, el mejor de la ciudad. Un sábado le dieron su banqueta a un cliente y él se fue a un club mucho más modesto, dos calles más arriba, y les preguntó si podía tocar allí. El patrón le hizo una reverencia, pero le advirtió que no podría pagarle lo mismo que los otros. Chet respondió que no le importaba el dinero, sino la seguridad de tener siempre una banqueta alta. Y allí se quedó. Cuando yo podía iba a escucharle. Una vez en el descanso me pidió, en un inglés que hasta yo podía entender: ¿Can I seat here? señalando el asiento vacío frente al mío. Yo le dije que sí. Se sentó con una copa en la mano. Bebió y pareció escuchar algo que sonaba en el tocadiscos. No dijo nada ni yo tampoco. Así paso un cuarto de hora largo. Luego se bebió su copa y se volvió a la tarima, diciendo: «Back to work»."
Creo que yo me hubiera entendido bien con él. ¿A ti te gusta, Almu?




Una ciberamiga, Bo Peep, llevada por no se sabe qué impulso, ha posteado una especie de minirelato, género muy blogero, en el que se asoma a una región oscura de la psique y el deseo que produce estremecimientos de significado ambiguo. Juega con imágenes de dominio y sumisión, expresiones ambas que no tienen buena prensa, pues se tiñen, por esa polisemia que a veces tienen las palabras, de connotaciones de humillación y desprecio al ser humano. Para no extenderme: Guantánamo, las cárceles iraquíes, el maltrato femenino. Estas infamias son las que nos han tocado en este tiempo, pero infamias similares se vienen repitiendo a lo largo de la historia desde al menos lo de la quebrada de Olduwai, que yo recuerde. Ahora bien, es asimismo cierto que también desde aquellos remotos tiempos de la primera hominización, aunque de esto no estoy totalmente seguro, la relación de dominio/sumisión ha tenido un papel importante en el terreno del juego erótico, a pesar de que sobre ella hayan caído múltiple velos y prejuicios culturales. Bien, pues el caso es que, sea lo que relata Bo Peep trasunto de una experiencia personal o mera elucubración, aplaudo su post y la animo a seguir hurgando en ese territorio en el que la ceremonia, el rito, la escenografía, el intercambio de papeles son sustanciales.
Acaba de sonar el timbre y tengo que salir al patio para el recuento. Luego sigo.