Bartleby el escribiente




25.6.04

Tengo una duda, supongo que compartida por muchos de los que mantienen un blog. No sé si jugar a hacer literatura, o algo parecido: cuentitos breves, imágenes paradójicas, frases más o menos humorísticas y cosas así (la poesía la descarto por temperamento, la crítica artisticopoliticosocial no me interesa en este contexto y para las cuestiones de tecnología y diseño web ?otro tema clásico en este ambiente- no tengo competencia o formación en informática, aunque me gustan los blog que se dedican a eso, y aprendo de ellos: soy autodidacta, en esto y en casi todo), que me entretiene, o narrar mi vida cotidiana, tan insípida como tantas otras. Éste también es un tema clásico, hay mucho blogs que se dedican a eso y quizá fuera, lo de diario personal, lo que diera lugar a la explosión de los blogs, que yo he descubierto hace nada. No sé. A mí me interesan los diarios personales. Satisfacen mi inclinación voyeur y mi necesidad de comunicación, de una comunicación distinta a la que se establece por las vías tradicionales. Pero encuentro que en estos pretendidos diarios personales muchas veces se toma el rábano por las hojas, es decir, se evitan temas conflictivos, o íntimos, y se narra, en cambio, lo que le contarías al vecino o al compañero de trabajo, y se pierde, en definitiva, las posibilidades de hablar sin barreras ni cortapisas de lo que nos ocurre, nos motiva, nos atrae, nos excita o nos frustra. No me refiero a habilidades en la redacción, sino al contenido. Y éste es pobre en muchos casos y desaprovecha las posibilidades del ciberespacio: audiencia en los lugares más insospechados del mundo, intergeneracional, interclasista; sin barreras de tiempo o espacio, o sexo o religión o creencias; sin opinión pública a la que ceñirse, sin moral dominante. Obviamente, no siempre es así, y hay blogs que destacan. Algunos de los que yo considero interesantes los he enlazado, otros no, por pura pereza, y me cuesta volver a encontrarlos. Y a algunos de los enlazados no he vuelto nunca. A veces tengo la sensación de que esto es lo más parecido a un soliloquio, a hablar solo, actividad que tradicionalmente se ha considerado de locos. (Un prestigioso psiquiatra al que por razones profesionales he tenido oportunidad de conocer y tratar decía justo lo contrario: hablar es tan bueno para la salud mental que es bueno hacerlo aunque sea solo). Esta es la sensación que yo tengo ahora, la de que estoy hablando solo. Luego el chivato de Nedstat me dirá que esto lo leyeron ocho o diez personas, en alguna parte del mundo. Pero mi sensación ahora es la de que hablo solo. No me crea malestar alguno esa sensación. Me pregunto también por qué hay quien prefiere el blog al chat o al Messenger para hablar de sí mismo o de sus intereses, sean éstos cuales sean. Quizá prefieren el blog porque la comunicación es menos inmediata, menos exigente, y da tiempo a reflexionar o a esquivar lo inconveniente. En éstas estoy. De buena literatura están las librerías llenas: de todas las épocas y de todos los géneros, de libros baratos y de papel malo y de libros carísimos y magníficamente editados. ¿Por qué perder el tiempo leyendo los balbuceos torpes que se suelen encontrar por aquí? ¿Por qué, si lo que quisiera fuera escribir, y lectores, tartamudear con mis historias en este blog, cuando hay tantas editoriales, y tantos premios, y tantos concursos, y tantas revistas y publicaciones de diversa índole? ¿Por qué vuelvo, como un adicto, a las vidas escritas que leo en un blog u otro cuando lo que narran no difiere, o no se aleja, del lugar común en la mayoría de los casos? No lo sé. Voluble como soy, me encantó el primer diseño, por llamarlo de alguna manera, de blog que hice, y la primera historia que colgué y la primera respuesta que leí, pero voluble en mis intereses como soy, decía, el encanto se ha ido esfumando. Empecé diciendo que no sé si jugar a hacer ?literatura? o contar con precisión de entomólogo o de notario mi vida cotidiana. Y lo peor es que sigo sin saberlo.