Bartleby el escribiente: 09.2004




30.9.04

Estaba yo la otra noche jugando al Tetris, cuando, sin venir a cuento, empecé a pensar. Así, mientras le daba a la tecla, le di un repaso a los problemas del mundo y del individuo que me llevó casi media hora. Mi conclusión, aún provisional, fue que la angustia, la insatisfacción, el desasosiego y tantos otros males que aquejan al hombre proceden de las múltiples alternativas que la vida ofrece, y sobre las cuales no tenemos control alguno, pues dependen del azar en la mayoría de los casos. Satisfecho, seguí aporreando las teclas. Ése sí es un mundo que me gusta, el del Tetris: arriba, abajo, izquierda, derecha e intro. Y todo encaja.




28.9.04

Pues nada, que me quedé dormido y hasta ahora. Me he despertado con los ojos hinchados y legañosos, las articulaciones doloridas y un zumbido en la cabeza. Bart, en cambio, mi alter ego virtual, ha seguido rebotando en el ciberespacio durante todo este tiempo y se mantiene tan lozano y grotesco como cuando lo dejé abandonado a suerte. Hasta ahora había sentido envidia de los tíos más altos que yo, de los tíos más listos que yo, de los tíos con más éxito profesional que yo y de los tíos que ligaban más que yo. Ahora, además, siento envidia de Bart, una secuencia de bits almacenada en algún sitio, cuya inactividad circunstancial ha provocado que otras secuencias de bits lo reclamen, lo echen de menos o lamenten su ausencia. A mi no me ha pasado nunca. Por eso lo envidio. Años cultivando mi intelecto, modelando mi cuerpo en el gimnasio, esforzándome por llevar una vida sana para que mi pelo brille y mi piel no se arrugue para que al final un algoritmo matemático, una secuencia de 0-1-0-1-0-1-? sea más deseado y añorado y me suplante. Me siento como un desecho. Quiero dejar de ser yo y ser simplemente Bart. A ver qué me dicen en el Registro Civil.