Bartleby el escribiente




13.7.04

Esta es la esperada Posdata 3.
El primer post que colgué era una historieta que quería ser una metáfora de la invisibilidad. Es esa sensación de que has desaparecido para el mundo que te rodea y sólo tienes valor de uso, funciones, obligaciones que cumplir. Eres el padre que debes ser y el que espera tu hijo que seas; eres el marido que debes ser y el que espera tu mujer que seas, eres el hijo que debes ser y el que espera tu padre que seas. Nada ocurre fuera de ese universo reglado y fijo. Además, la conciencia de la muerte empieza a hacerse tangible en un momento en el que aún muchas cosas dependen de ti. La gente mayor supongo que lo encaran de otra forma: son ellos y la muerte, solos. Así no hay angustia. Lo he comprobado en el caso de mi padre, que tiene ochenta años, sabe que le queda poco, por ley natural, pero vive al día: como un adolescente. Nada tiene que ver esta invisibilidad con la de los superhéroes, esa invisibilidad de la que hablaba con mi hijo en otro post, la que te permite ser una especie de voyeur de vidas ajenas sin delatarte. Por eso la elegía yo frente a otras cualidades maravillosas, como la de vuelo, por ejemplo.
Es la conciencia de mi invisibilidad, de la mala invisibilidad, para entendernos, la que hace que me refugie en este blog, una especie de trastero lleno de baúles y de cajas de las que voy sacando fantasías, sueños, deseos, juegos infantiles o infantiloides y guarradas, como esa impresentable Academia del Culo y Alrededores, que, por cierto, languidece. Creo que a muchos blogeros/as le ocurre lo mismo que a mí. Espero que no me descubran en mucho tiempo, que tarden en llamarme para bajar a comer.