Bartleby el escribiente




23.7.04

Falafel al desnudo.
Algo de historia. El día 18 concluía una frase de la siguiente forma: "... intento ponerle rostro a los anónimos comentaristas", quizá influido por la lectura de un post de Jana del día 16 que terminaba así: "Me gustaría preguntarle alguna vez a todo el mundo: ¿cómo soy para ti? Quizás me dieran alguna pista..."  Falafel comentó mi post y dijo: "A mí me gustaría que nos pintases, a ver cómo nos ves". A ella se sumó inmediatamente Bo Peep, temerosa de perder protagonismo. Yo acepté pues no puedo negarme a poner mis conocimientos al servicio de aquellos que buscan encontrase a sí mismos, a levantar los velos de la esfinge.
Como bien sé, pues he consagrado mi vida a estudiar el alma humana, una descripción que se atenga a lo físico o externo es irrelevante, y habla en el fondo más de quien dibuja y sus fantasías que del dibujado. No obstante, pongámosle una silueta.
¿Es Falafel una suicide girl?, me pregunté cuando visité por primera vez su blog y vi una alusión a esta página, tomada quizá de La Petite Claudine. Durante unas semanas la imagine como veinteañera airada y un poco listilla, con un tatuaje en el hombro y un pezón anillado. Luego descubrí que aunque fuera una suicide girl, cosa que me seducía notablemente, pues padezco el síndrome del lolitismo, a mí sólo podría quererme como amigo, pues nos atraen las mismas turgencias. Una constante en mi vida: la de que me quieran como amigo, pero no para los placeres de la carne. Con el paso de los post y los comentarios Falafel se ha hecho mayor, y ahora la veo con 34 años y capaz de poner mucha dureza en sus ojos. Tiene Falafel nick de medir 1.61 y pesar 59 kilos, es decir, debe de estar algo gordita. Y la sigo imaginando con el flequillo cortado horizontalmente y el pelo teñido de caoba rojizo. Hasta aquí nada de lo dicho es esclarecedor, y puede confirmarse o desmentirse con una simple fotografía. Falafel busca mirarse en el espejo y contrastar la imagen que éste le devuelva con la imagen que tiene de sí misma. Loable inquietud que ha sido la razón de toda la evolución humana desde los tiempos, aproximadamente, del Paleolítico superior, año arriba, año abajo: la búsqueda de la identidad. Está inquietud exacerbada ya revela algo de la verdadera identidad de Falefel: es una romántica, en el sentido noble del término, rebozada con el cinismo moderno. Y una tímida que ha desarrollado habilidades verbales para defenderse, o para protegerse. En una época en la que la norma social no fuera, como en ésta, la novedad, el individualismo y la provocación, hubiera sido revolucionaria. Pero hoy ni ahí, ni en las pequeñas transgresiones en el estilo de vida, se consigue la identidad. El siglo consume modas, rebeliones, desaires a lo establecido. Y pasan y se subsumen en la nada. Y son sustituidas por otras modas, otros desaires y otras provocaciones más sofisticadas. Es como la tolerancia que se desarrolla a las drogas o los medicamentos. Más y más. Falafel juega a eso, a provocar, a veces, pero veo un melancólico fondo de escepticismo en ella, pues sabe, como decía antes, de lo inútil de los gestos. Y la siento sola, a veces. Añorando quizá días de infancia o de descubrimiento. Seguiré pensando en ella con un pezón anillado, con el hombro tatuado, promiscua, seductora, borde y, paradójicamente, tierna, muy tierna. Falafel es una habitual comentarista de este blog al que da lustre con su agudeza y sarcasmo.
Y sí, he escrito este post bajo el efecto hipnótico de psicotrópicos como el chocolate Lindt y el ritmo machacón de la guitarra de John Lee Hooker.