Bartleby el escribiente




30.7.04

Posdata 5
Desde hace dias estoy anclado a la orilla del agua en una playa del mediodia. Recubierto de crema protectora factor 50, veo pasar una procesion interminable de gentes. Hay adolescentes turbadoras e inaccesibles, pero muchos de los que desfilan ante mi forman parte de la humanidad doliente. Pieles que no han conocido el sol y lo acusan ahora con enrojecimientos, piernas demasiado cortas para el culo que soportan, vientres que revelan una ingesta inmoderada de cerveza y tetas que sufren el efecto ineludible de la gravedad. Hay algo en este desfile que me recuerda las laminas de Brueguel. Me compadezco de todos ellos, y de mi mismo. La compasion es una forma de amor, creo. Hay batallas que esos cuerpos ya han perdido, y la desnudez lo revela. Los ha derrotado el tiempo, o los genes, o los malos habitos.
Yo prefiero los cuerpos vestidos o velados a los cuerpos denudos. Cuando se elige un color, una textura, una forma, el juego de la seduccion se desplaza a otro tablero, el de la cultura y el intelecto, y se reparten de nuevo las cartas.
Es mas, prefiero vestir los cuerpos a desnudarlos. Es una de mis muchas parafilias. Me deleito abotonando una blusa, ajustando unas medias, calzando un zapato. Baudelaire decia algo de esto, pero como tengo mala memoria, no me acuerdo.
A veces prefiero incluso los no cuerpos de Internet, esas construcciones virtuales en las que uno es lo que le da la gana o varias cosas contradictorias al mismo tiempo. Sin identidad fija. Sin nombres. No names, le decia un Marlon Brando perdido y desesperado a Maria Schnneider en El ultimo tango. No names. En cierta medida, aquel era un encuentro virtual.
Soy un adicto que no se quiere curar  a esa red de encefalos, rojos, humeantes, que palpitan, o negros y secos, enredados en bits e hilo telefonico. Echo de menos mi paseo nocturno por los blogs de ciberconocidos o ciberdesconocidos. Pero se me acaba el tiempo y no tengo mas monedas. Enciendo un  cigarrillo, miro la pantalla y sigo la cuenta atras del relojito digital. 58 segundos, 57, 56...
Un tipo espera impaciente a que le deje el sitio, quiza quiera mirar los ultimos mails que han entrado en su despacho, o comunicarse con una amante secreta, o mandar a alguien las fotos que se ha hecho esta manana.