Bartleby el escribiente




5.10.04

He dedicado largas horas de estudio al espinoso tema de lo que púdicamente se denomina placeres de la carne. Cada cultura tiene sus textos clásicos y existen cientos de manuales de autoayuda, todos los cuales he leído y anotado. Lamentablemente, la gran mayoría de ellos se limitan a la glosa de una serie de posturas y técnicas. Echo en falta un texto que siente las bases teóricas del Primer Paso. ¿Cuál es el mensaje que el sujeto A, que desea cohabitar con el sujeto B, debe lanzar para alcanzar el éxito? Esta es la gran pregunta a la que siglos de cultura y esfuerzo intelectual no han dado respuesta definitiva. A pesar de que vivimos en una sociedad regulada por multitud de códigos inequívocos que todos entendemos y respetamos (el intermitente con el que señalamos que vamos a girar a derecha o izquierda, el semáforo rojo que nos indica que debemos detenernos, la sirena de la ambulancia que nos pide paso...) no existe una fórmula definitiva que mitigue las dificultades del abordaje y nos conduzca al éxito. ¡Cuántas frustraciones se evitarían, cuántos malos entendidos nos ahorraríamos de existir esa fórmula! La interpelación directa, escueta, económica en recursos retóricos e inequívoca -"¿Follamos?"- no funciona; tampoco funcionan las exhibiciones de elocuencia, pues, cuando son largas y floridas en exceso, el sujeto B suele ponerse a pensar en sus cosas.
Anuncio que estoy trabajando en ello, pues es algo que echo en falta y mucha gente me ha animado a esta tarea. Mis conclusiones provisionales apuntan a que existe una gran similitud entre ligue y arquitectura, pero no puedo adelantar nada más de momento.